En estos días murió en Hermosillo a la edad de dos años, el niño Jesús Edgardo Contreras Rodríguez, según consta en el obituario de "El Imparcial"
Rara coincidencia para evocar aquel verano del 73 ( o quizá era el 74), cuando el “Piquete” Carranza, que era el amigo preferido de otro Edgardo Contreras en aquel tiempo, se enteró por interpósita persona, que en Opodepe había muerto "Edgardo Contreras". El Piquete traía una lloradera por todo Carbó solicitando “coperacha” para comprar las flores. Invitaba de urgencia a quienes se encontraba para ir en su carro al sepelio de su mejor amigo. Uno de sus acompañantes, Alejandro Terán, platica que viajaron a gran velocidad por la terracería que une a los dos pueblos (Carbó y Opodepe), donde ya casi se multiplicaban los muertos en las prisas por llegar.
Ya en el domicilio del sepelio, se bajaron a toda prisa para colocar los arreglos florales a un lado del catafalco. Aquel armazón de madera forrado en tela gris lucía tan triste que el "Piquete" no soportó más y se volvió un mar de lágrimas, cuando de pronto vieron llegar caminando a la capilla ardiente a Edgardo Contreras (el auténtico). Sorprendido, el hijo de Don Gallo preguntó al "Piquete" cuál era el motivo de su llanto, explicandole después que su homónimo fallecido era un primo cercano.
Edgardo Contreras Rodríguez, actualmente vive en Tijuana y como es su obligación, disfruta a plenitud la vida.
PD:
Ahora se sabe que en aquel entonces también se la creyeron Lidia Robles y Trini Paredes quienes, como buenas amigas y excondiscípulas secundarianas de Edgardo, rentaron un taxi de Carbó y gastándose todos su domingos ahorrados para ir a acomprar discos un fin de semana a Hermosillo, se fueron a Opodepe a "velar y sepultar" a su amigo. Todas adoloridas, conmovidas y llorosas iban en el cortejo fúnebre cuando pudieron ver que entre los curiosos que observaban el ritual estaba ni más ni menos que el presunto fallecido. Lo único que ganaron las dos mujeres fue, además del gusto de ver al susodicho bien vivo, la gratitud de la mamá de Edgardo quien les agradeció conmovida la preocupación mostrada hacia su vástago, homómimo del verdadero difunto.