13 de enero de 2007

Homenaje a Claudio Solano en Carbó

La primera semana de enero murió Claudio Solano. Todo el sábado y domingo siguientes, los comentaristas radiofónicos en Hermosillo no abandonaron el tema. En el clímax de la polémica deportiva, las opiniones subieron de tono, llegando a decir el mismísimo Fausto Soto Silva, el mejor cronista de beisbol, que El Cometa de Carbó fue mejor que Héctor Espino. Irritado, un fanático del chihuahueño pidió que se dejaran de cosas ya que los números no mienten y según las estadísticas, Espino se queda en primer lugar y en todo caso no le negaría el segudo lugar al orgullo de Carbó. Para medio día del domingo, el consenso fue que pésele al mismo Pitágoras, aún siendo mayor el número de jonrones conectados por Espino, con el segundo lugar del Zurdo Solano, en este caso las matemáticas pierden, ya que la elegancia en el uso del bat, su carisma, estrategia para robarse las bases y fino estilo, etcétera, lo colocan en primer lugar en la historia del beisbol sonorense.
Para dar cuenta de ello está publicado el libro "Claudio Solano, El cometa de Carbó", escrito por un señor de apellido Yanez, de venta en la librería de la Unison y en el Colegio de Sonora.
A la misma hora del domingo, el presidente municipal de Carbó, Daniel Bon, se anotaba un imparable, ya que convocó a misa, siendo él mismo ajeno a la Iglesia Romana, y ahí acudió todo el pueblo. No conforme con su carrera anotada, ejecuta un dobleplay ya que organiza una ceremonia en el estadio que desde los tiempos de la presidencia municipal de Ramón Navarro, cuando el taste de La Playa contó con una saludable competencia en el barrio del Pajoso. Ahí con auditorio y toda la cosa, donde la Lidia Robles propuso en una junta que el grupito en donde nos reuníamos se llamara REAL CARBO, solo que fue hasta el periodo de Roberto Noriega, cuando el estadio del Pajoso cambio su escatológico nombre por el digno “Estadio Claudio Solano”.
Aquél homenaje fue grandioso, toda la gradería emocionada y no faltó nadie, los adversarios políticos de Bon emotivos a más no poder. Dicen que el profesor Bon con micrófono en mano ordenó que el nicho con las cenizas del hijo predilecto se pusieran en jom, para solicitarle públicamente al compadre de Jesús Zambrano, que se olvidara por un momento del desaire hecho a Marcelo Ebrad, y que desde el desempleo su grupo de “los chuchos” busque ahora la dirigencia nacional de su partido. Seguramente todo eso pensó y lo instruyó para que con su atuendo beisbolero corriera con las cenizas hasta primera base, y así lo hizo. Con el mismo tono de profesor le pidió a otro adversario, el buen hombre del Largo Montes, que corriera hasta segunda; ahí alcanzó a escuchar que el turno era para el simpatizante del PRD, el Misi Martínez, para entregarle luego la estafeta a un adherente del PAN, un nieto de Cuco Valenzuela, aquel fanático del beisbol, vecino de La Playa, que un domingo de los tiempos de Ramón Navarro, a medio día de un verano murió accidentalmente quemado.
Ya una vez completada la última carrera de Claudio Solano, en el homenaje que se le regateó en Hermosillo, el pueblo entero lo llevó a su última morada al cementerio donde lo esperaba desde hace quince años su esposa Dona Emma Noriega, por supuesto originaria del mismo lugar.
Como el hambre aprieta con tanto deporte, el H. Ayuntamiento invitó una carne asada a los familiares y amigos en casa del Camarón Valdez.

9 de enero de 2007

Familia Robles

Varios de los integrantes de la familia Robles, con algunos niños de la descendencia.

El Kikey con las Robles

El muy musiquero Kikey Cinco en concierto para Panchita Maytorena y Nena Zamora cuando "esperaba" al chavalón que se le casa el próximo febrero.

Amigas juveniles

Lidia Robles en actitud seria acompañada de una amiga no tan seria y medio coqueta.

Roberto "alacrán"

El inconfundiblemente alegre Roberto "alacrán", de visita en alguna casa de Carbó. El niño que está detrás seguramente ya es papá.

7 de enero de 2007

Claudio Solano, el Cometa de Carbó

MURIO CLAUDIO SOLANO

El beisbol de Sonora y el de todo México está de luto, uno de lo peloteros consentidos de toda la vida de la afición Sonorense y específicamente de Hermosillo Claudio Solano, falleció el pasado 4 de enero en la ciudad que lo vio nacer y desarrollarse como uno de los mejores jonroneros que ha habido en nuestro beisbol mexicano. Claudio ya tenía tiempo con malestares físicos que le fueron complicando la salud y a los 81 años falleció nuestro querido Cometa de Carbó.

Yo tuve la oportunidad de verlo jugar, ya cuando él estaba en el ocaso de su carrera en la Liga Norte de Sonora, y más o menos como a los 48 años de edad lo vi conectar un tremendo jonrón en el estadio “Padre Kino” de Magdalena, cuando fungía como manager jugador de los Rieleros de Benjamín Hill, pero he escogido un gran comentario de nuestro ya desaparecido maestro don Carlos Vázquez Castro, tomado del prólogo del libro que escribió nuestro gran amigo y compañero Jesús Arturo Llanez Camacho, que precisamente lleva el nombre “ Claudio Solano, el Cometa de Carbó”.

Allá por el año de 1946-47 vi jugar por primera vez en el estadio “Mártires de 1906” de mi natal Cananea a Claudio Solano con Los Cheritos de Carbó.

Uno o dos años después formaba parte de los Santos de Santa Ana, de don Arnoldo y don Roberto Moreno, dentro de la desaparecida Liga de Sonora (Verano.), y nació en mi una admiración absoluta hacia el Cometa de Carbó, por su gran talento para jugar al beisbol.

A partir de aquella temporada disfruté a su máxima expresión cada uno de sus batazos, desde su posición de jardinero o en la tercera base, desde entonces he admirado y respetado a don Claudio Solano.

Han pasado tantísimos años. Jamás imaginé que el tiempo me daría la oportunidad de aportar una pequeñísima participación en este libro, en el que mi gran amigo y colega Jesús Arturo Llanez narra la maravillosa historia de este gran jonronero y figura de nuestro beisbol, principalmente en las Ligas Arizona-México, Liga de Sonora, Liga Mexicana de Verano, Liga de la Costa del Pacifico y por supuesto la Liga Invernal de Sonora, que con el tiempo se convirtió en Nuestra Liga Mexicana del Pacifico.

¡Gracias, Claudio!

Carlos Andrés Vázquez Castro.